miércoles, 11 de septiembre de 2019

CARTAS DESDE EL SUR DE INGLATERRA (1)



Querido N, 


¿Cuándo te has convertido en todas las canciones que no puedo volver a escuchar? 

Me ha despertado el frío de un verano inglés con sabor a sangre en la boca. Los sueños repetidos en los que siempre me dejas morir sin mirar atrás. Te acercas, me buscas las heridas y las llenas de arena y piedras antes de huir a lomos de un caballo triste. Cuando me despierto imagino que sobrevivo y que te espero al otro lado de las montañas para abrazar a tu caballo y fingir que no te quiero.

Lo niegas todo. Siempre lo niegas todo. Malabarista de la desmemoria, te alejas rompiéndolo todo, convertido en la canción que jamás podré volver a escuchar. 

Me escondo entre las tumbas del cementerio de Rye. Busco leyendas de contrabandistas para explicarte algún día. Un día que no haga frío. Un día en que vuelvas a ser la hoguera en la que me refugiaba sin saberlo. Quién podría imaginar que llegarías a ser tan invierno.

Rye. South Essex,

Gaviotas absurdas deciden que debo ser sacrificada a dioses locos que juegan a perderme. Me encierran en el reloj de St Mary, el reloj más antiguo de Inglaterra. El tiempo. Siempre el tiempo y su maldición de carreras perdidas. El reloj es bonito. Tengo frío. Dónde estás. Algún día conseguiré escapar, destrozaré todo lo bonito, todos los relojes, todas tus ausencias, todos los sueños en los que alguna vez ganaba el juego.

Siempre tengo ganas de llorar cuando me acuerdo de ti y de aquella vez que me sentí Elizabeth Bennet empapada bajo la lluvia inglesa y no te lo pude explicar porque no estabas. Siempre que camino sin rumbo siento la necesidad de ver cómo me desangro una vez más. 

En las playas del sur de Inglaterra las sirenas pierden su apuesta contra el destino, los corazones se convierten en piedra, el tiempo esconde trampas en las que siempre caen las almas perdidas.

Siempre serás un dolor a medio llorar.



Corazón. Playa de Eastboune. South Essex.