domingo, 22 de marzo de 2020

EL SILENCIO EN TU RESPUESTA


El corazón se abre en este silencio de puertas cerradas.

Nunca te he visto pasar por debajo de mi balcón. Sin embargo salgo a respirar y me imagino que te veo y que te llamo y que te esperas y que bajo. Y te digo que nos vamos y me dices que sí. ¿Cuánto tiempo hace que no me dices que sí?

El nombre que pronuncio imaginando que eres tú quien pasa, se acaba enredando entre las hojas de un árbol que acaricia palabras como quien acuna pájaros pequeños, mensajeros de una primavera inexistente.

Envidio los pájaros más que nunca y envidio tu corazón desmemoriado. Envidio la caricia del tiempo borrando todo lo que ya no necesitas. Envidio que me hayas olvidado aunque siempre elegiré tu recuerdo por encima de cualquier paz. Envidio los que éramos, cuando pensábamos que teníamos todo el tiempo por delante, cuando cada día teníamos un mañana, cuando todavía me sorprendía al verte y descubrir que no había silencio capaz de borrar tus huellas de mi camino. Que nunca podré borrarlas aunque no vuelvas a estar. Que no quiero.

Salgo al balcón buscando pájaros y flores, imaginando que me escapo como me he escapado siempre, de casa, del país, de las certezas, de las cadenas, de las jaulas, de la moral recta y obligada, del pasado, del futuro, de todo lo que no entiendo, imaginando que pasas despistado y te llamo y me esperas y nos vamos.

Imaginando todas las cosas que te diría si no tuviera que aceptar el silencio de tu respuesta.


domingo, 8 de marzo de 2020

TE EXPLICARÉ LA VERDAD DE TODAS MIS HUÍDAS


Todos los viajes los hago contigo incluso si no vienes conmigo. Escucho tus mensajes de voz más antiguos siempre que el avión despega o aterriza como si solo tu voz pudiera guiarme a través de las nubes y los miedos. Me duermo en un recuerdo feliz, lejano.

Juego a perderme en las calles de todas las ciudades que me hubiera gustado enseñarte antes de que empezaras a odiarme. Todo fue siempre cuestión de tiempo, cuestión de espacio, cuestión de caos, de lazos rotos, de estrellas lejanas, de no explicarte toda la verdad y seguir jugando a perderme en las calles de las ciudades donde me escapo.

Imagino que te cuento historias aunque no vengas conmigo. El sol de Dublin, tímido, no llega a consolarme. Me siento ante la estatua de Oscar Wilde, provocador y rebelde, te explico un par de cosas de su vida, que las flores amarillas del jardín son narcisos que anuncian una falsa primavera. Te llevaría a Beirut porque hay un atardecer que llevaba tu nombre desde antes de conocerte. Te llevaría a Essaouira para que lucharas contra el viento y ganaras. Siempre ganas. París desafinado. Londres siempre y todavía. El templo de Dendera, Hathor tatuada en mi pierna y en mi alma. Acantilados escoceses. Selvas. Desiertos. Auroras boreales. ¿Dónde querías que fuéramos? Sigo imaginando que nos vamos.

Tengo frío. Sigue sin importarte que tenga frío. No estás. No sé si alguna vez has estado. Me gustaría que me explicaras historias de ciudades inventadas, que imaginaras leyendas de piedras y castillos, de vidas antiguas, que yo me las creyera porque me las cuentas tú.

Invéntate un cuento que explique todo lo que no tiene respuesta.
Explícame una historia con la que pueda dormirme y no tener pesadillas. Un final en el que siempre ganemos.

A cambio, te explicaré la verdad de todas mis huidas.

Todos los viajes los hago contigo porque fuiste mi brújula antes de quemar las naves. 

La canción miente porque sí, porque te echaré de menos en septiembre, cuando el verano muera y ya no te importen las historias que te explico. Seguiré marcando ciudades en mi mapa, caminos de baldosas amarillas, playas malditas, mi tesoro escondido al final de todos los finales

Cuéntame un cuento en el que me enseñes a trepar a los árboles, en el que todo arda y se vean a lo lejos nuevos horizontes.

Y yo te explicaré la verdad de todas mis huidas sin ti.