jueves, 13 de octubre de 2022

SIEMPRE NOS ROMPEMOS POR EL MISMO SITIO

Siempre nos rompemos por el mismo sitio.

Será el otoño invitándonos a la incertidumbre, la estupefacción de la luz que se nos escapa, el pánico ancestral al eclipse. Tristeza de cueva prehistórica, de cuando no sabíamos si volveríamos a ver el sol algún día. Superar la oscuridad tiene mucho que inventar esperanzas y algo de disimular heridas. No existe lo que no es nombrado.

Si no le ponemos nombre a la herida, si no le ponemos nombre a la tristeza.

Si no le ponemos nombre a las ganas de volar o saltar.

Si no le ponemos nombre a todas las veces que te miro descontando los segundos que quedan para desaparecer.

Si no le ponemos nombre a la lágrima que nunca te explicaré.


Siempre nos rompemos por el mismo sitio y como quien anticipa otro eclipse me convierto en agua de deshielo para desaparecer poco a poco. Dejo mi fantasma a tu lado sin saber si algún día te darás cuenta de que hace tiempo que me fui. Si me distinguirás entre la niebla de los hechizos que me invento para mantenerte lejos de la oscuridad.


Siempre buscamos el mismo disfraz para mantener el delicado equilibrio entre el silencio y el dolor. Que no se nos note. Que el juicio no se convierta en distancia. Que la alegría sea el cuento que te cuento para hacerte creer que el mundo es un armario ordenado, perfumado de lavanda. Que la alegría sea el cuento que te explico cuando te digo que todo está bien, el orden, la calma.

Si no me reconoces en la tormenta quizá sigamos un rato más ignorando el desorden de la ausencia, el tacto de la distancia. Quizás te quedes un rato más. Quizá aprendo a quedarme.

Nadie querría subirse a un barco en medio de la tormenta.

¿Cuál será el precio para sobrevivir en el eclipse?. ¿Qué romperemos esta vez? El mayor riesgo será descubrir que más allá de la oscuridad todavía podemos ponerle nombre a todo lo que nos da miedo.

O saltar como un pirata sin mapa persiguiendo el espejismo de la aventura.

Luchar contra el eclipse y ganar.

O volver a fingir que los armarios de la memoria están ordenados, que no existe el caos.

O volver a fingir que no estoy cansada de volverme invisible cada vez que no dices mi nombre.

O volver a fingir que no me importa desaparecer.

Luchar contra el eclipse y ganar algún día.