domingo, 16 de agosto de 2020

AZUL SORRENTO

Todavía pienso en ti, entre limoneros y buganvilias, el mar azul de Sorrento, las gaviotas como la amenaza sutil del olvido, la brisa que le da forma al silencio. Quisiera que rompieras el silencio, justo aquí, justo ahora, tiempo y espacio acariciándose las puntas de los dedos mientras los planetas bailan y se burlan de nosotros en el cielo de este horizonte de Sorrento, azul para siempre, el misterio de tu adiós, de tu silencio.

Una barca mece dolores de una belleza extraña. Todo continua sin tener sentido. Como esperar que aparezcas entre limoneros y buganvilias, como un Vesubio despierto, como una leyenda antigua en una playa de Sorrento. Las ventanas abiertas, tu corazón cerrado. Rozar las flores blancas del claustro del convento de San Francisco y romperme en tu recuerdo, como si pudiera volver a rozar tu mano alguna vez y hablarte de poetas locos o fugitivos. Lord Byron borracho, Goethe atormentado. La absurda melancolía de Torquato Tasso soñando Jerusalen ensangrentada, medio loco, frente al mar de Sorrento,  mientras escribía la historia de la maga Armida que protegió a Rinaldo, el guerrero, escondiéndolo en su jardín secreto. Todos buscan sirenas y musas en las playas de Sorrento.

Sorrento será el sitio infinito de tu silencio, las flores blancas, el azul imposible, la tormenta que yo misma he creado donde siempre espero verte aparecer. Pensaba que podrías disolverte en el agua como la sal en la herida pero sigues aquí, rompiéndome el corazón en el azul de todos los mares donde intengo ahogarme.

Alguna vez creí ver el reflejo de un Ulises egoista en tus ojos. Dejaste morir a la sirena en todas las playas donde quiso refugiarse. Te alejaste sin mirar atrás cuando los demonios le cortaron la lengua para que no volviera a decir tu nombre. Llenó tus bolsillos de amuletos marineros, de pechinas blancas, de restos de naufragios y aventuras, para protegerte siempre, más allá de todos los olvidos. Siempre.


Sorrento Verano 2020.