miércoles, 1 de abril de 2020

IKTSUARPOK


Iktsuarpok, algún lugar entre la impaciencia y la anticipación, según los inuit, el sentimiento que te hace esperar que alguien vuelva a aparecer cruzando una colina o una esquina inesperada.

Intento poner un poco de orden en cada habitación como si así se pudieran enderezar de alguna manera mis laberintos interiores. La mente, el corazón, las líneas de un destino nunca escrito recortadas en las palmas de mis manos, los rincones de las vísceras donde intenté esconderte sin éxito, la punta de los dedos queriendo dibujarte por si acaso un día se me olvida quién fuiste. Quién sabe qué forma tomará la memoria cuando todo esté ordenado. Quién serás entonces...

Encuentro papeles escritos, tu letra, tus palabras, el laberinto de nuevo desordenado. Cada palabra un espejo y el reflejo inverso de una primavera que no nos merecemos. Jamás hubiera imaginado una primavera en la que no estuvieras, sin que me llenaras el corazón de extrañas alegrías incomprensibles. A veces me gustaría volver a ser incomprensibles, a cuando el hoy era un no-sitio, no-tiempo, una eternidad pequeña sin más sentido que existir para siempre en una primavera que dejamos de merecer cuando nos rendimos.

Ordeno habitaciones y al mismo tiempo se desordenan tus recuerdos. Todos nuestros posibles finales golpean las ventanas de mi casa como moscas sucias rebuscando en los restos de una tristeza confinada. Todo está sucio y roto, en cualquier final que elijas. 

No quiero ordenarte. Prefiero tropezar con los restos de tu naufragio cada vez que me pierda en la oscuridad.

Salir a encontrarte, atravesar el fuego como siempre lo hice. Como siempre lo haría.

Que suenen las canciones de todos los bailes que nunca me concediste, que pueda recordarte siempre en todos los idiomas, en todas las palabras de nieves, de mar, de aurora, de selva, de templo antiguo. 

Que todas las palabras extrañas formen un sortilegio imposible, el caos perfecto de constelaciones inventadas enseñándote a volver de donde estés.

Y ojalá estuvieras para salvarme de todos los miedos.

Y ojalá estés a salvo dentro de tu olvido. 
Y ojalá nada te duela.
Y ojalá nada te rompa.
Y ojalá siempre.
Y ojalá todavía.






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