Iktsuarpok,
algún
lugar entre la impaciencia y la anticipación, según los inuit, el
sentimiento que te hace esperar que alguien vuelva a aparecer
cruzando una colina
o
una esquina inesperada.
Intento
poner un poco de orden en cada habitación como si así se pudieran
enderezar de alguna manera mis laberintos interiores. La mente, el
corazón, las líneas de un destino nunca escrito recortadas en las
palmas de mis manos, los rincones de las vísceras donde intenté
esconderte sin éxito, la punta de los dedos queriendo dibujarte por
si acaso un día se me olvida quién fuiste. Quién sabe qué forma
tomará la memoria cuando todo esté ordenado. Quién serás
entonces...
Encuentro
papeles escritos, tu letra, tus palabras, el laberinto de nuevo
desordenado. Cada palabra un espejo y el reflejo inverso de una
primavera que no nos merecemos. Jamás hubiera imaginado una
primavera en la que no estuvieras, sin que me llenaras el corazón de
extrañas alegrías incomprensibles. A veces me gustaría volver a
ser incomprensibles, a cuando el hoy era un no-sitio, no-tiempo, una
eternidad pequeña sin más sentido que existir para siempre en una
primavera que dejamos de merecer cuando nos rendimos.
Ordeno
habitaciones y al mismo tiempo se desordenan tus recuerdos. Todos
nuestros posibles finales golpean las ventanas de mi casa como
moscas sucias rebuscando en los restos de una tristeza confinada. Todo está sucio y roto, en cualquier final que elijas.
No quiero ordenarte. Prefiero tropezar con los restos de tu naufragio cada vez que me pierda en la oscuridad.
Salir
a encontrarte, atravesar el fuego como siempre lo hice. Como siempre lo haría.
Que suenen
las canciones de todos los bailes que nunca me concediste, que pueda
recordarte siempre en todos los idiomas, en todas las palabras de
nieves, de mar, de aurora, de selva, de templo antiguo.
Que todas las
palabras extrañas formen un sortilegio imposible, el caos perfecto
de constelaciones inventadas enseñándote a volver de donde estés.
Y ojalá estuvieras para salvarme de todos los miedos.
Y ojalá estés a salvo dentro de tu olvido.
Y ojalá nada te duela.
Y ojalá nada te rompa.
Y ojalá siempre.
Y ojalá todavía.
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