domingo, 27 de enero de 2019

ULTRASÓNICA


Escuchábamos música a todas horas. Tus vinilos, mis cassettes. A veces preparabas sopa mientras sonaba Billie Holiday en el comedor. La primera vez que me hiciste escucharla me quede sentada en tu mecedora fea, debajo de una manta, sintiéndome tan desgraciada que no tuviste más remedio que salir a buscar pizza y galletas. Bailábamos todas las canciones y me apretabas fuerte porque Billie Holiday siempre dolía aunque todavía no entendiera por qué.

Escuchábamos música buscando mensajes secretos que hablaran de nosotros. Cuando ya no hacía falta que nos escondiéramos, todas las canciones de Los Piratas eran nuestras. Fueron profecías de un final que nunca pensamos que llegaría. Si bebíamos demasiado escuchábamos “M” y “Promesas que no valen nada” y salíamos a la terraza a cantar a gritos, a bailar como indios, a hacer equilibrios en alambres imaginarios, sin red. Porque sabíamos que, si algún día nos soltábamos de la mano y caíamos, sería sin red. Todo era vértigo. Nos quedábamos callados, quietos, como sombras huídas del cuerpo de algun ser extraño, buscando una paz difícil que encontrábamos entre canciones y besos. No recuerdo si cuando cantábamos “M” yo ya había decidido romperte el corazón pero sí sé que cuando se publicó el disco Ultrasónica tres años después estuve a punto de llamarte. Porque El equilibrio es imposible era la canción que lo resumía todo, era la señal que me envíabas desde el pasado para que volviera. Confía en mí… Cuántas veces te pedí que confiaras en mí.

Aquella fue la canción que nunca compartimos porque ya no estábamos juntos. La cantaba a gritos en mi casa del Cairo, si cada vez que vienes me convences, me abrazas y me hablas de los dospensando que de alguna manera me escucharías, que alguna magia egipcia conseguiría que te llegaran mis pensamientos, yo te sigo porque creo que en el fondo hay algo…

Imaginaba que mi yo de quince años volvía a convencerte de todo. Volvíamos a ver Casablanca, La Princesa Prometida y Eduardo Manostijeras en el comedor de tu casa, a escuchar a The Smiths, The Cure y Depeche Mode. Never let me down again. Volvía a cumplir los 18 y te llevaba a un concierto de Heroes del Silencio para celebrar que había sobrevivido al instituto, a la selectividad y a no poder verte entre clase y clase que era mucho peor que todos los exámenes de física juntos. Volver a convencerte de todo. Como cuando rendirse no era una opción. Nunca fue una opción.

Cantaba no te echaré de menos en septiembre como la sigo cantando hoy. Con rabia prehistórica. Y yo no quiero volver, no me repitas jamás que no sabes qué hora es…

Ultrasónica fue el disco con el que decidí no volver atrás. Quiero besarte sin explicarte que no entiendo el mundo sin estar aquí contigo, caótico cerrado, caótico neutral.

Soñaba con cocodrilos que me devoraban y me despertaba sin saber por qué no estabas allí para cuidarme. Hasta que me acordaba de que era yo quien se había ido y me odiaba un poco a mí misma

En todos nuestros futuros posibles seguíamos buscando mensajes ocultos en las canciones que ya no compartiríamos. No hagas que me arrepienta, renunciaría ahora sin pensarlo. Quiero que te des cuenta, es imposible parar algo inevitable.

No hay comentarios:

Publicar un comentario